jueves, 17 de mayo de 2012

VISITA Y SORPRESA



Una doble exposición Goya-Delacroix, es un acontecimiento ciudadano. Me comentan unos amigos que los primeros días era casi imposible entrar, colas interminables, etc.

Hace un par de días, una jornada laborable, las colas habían desaparecido. No sé de verdad, si es una señal buena o mala. El grueso de los visitantes se agolpaban en Goya, mientras que en Delacroix, apenas había nadie.

Goya nunca ha sido uno de mis pintores predilectos, aunque pueda reconocer todo su interés, no coincide con el mío.

Delacroix, en cambio me ha atraído siempre. Sin embargo, sin embargo...
La muestra tiene piezas capitales, pero he de confesar que no me conmovieron. Siempre que hay un evento de este tipo pienso que los organizadores deberían ser más comedidos. Demasiada obra. Me gustan las exposiciones escuetas, breves, que permitan detenerse largo tiempo en cada una de las piezas.
Además los cuadros, en particular los procedentes del Louvre, están embutidos en unos marcos barrocos, inmensos, que perdida la patina del tiempo, por alguna estúpida restauración, lucen un dorado insultante, casi kitsch. La cuestión es especialmente grave en los pequeños formatos, como "Odalisca echada" o "La mujer del papagayo" -cuadro que encabeza estas líneas- que mide 24'5 x 32'5 cm. ; con toda seguridad la superficie del marco es mucho mayor que la de la tela.
Así, que pese a ser un pintor importante para mí -recuerdo con emoción la visita a Saint Sulpice en París, para ver "La lucha de Jacob con el Ángel"- el resultado final fue decepcionante. No se produjo ninguna magia. Y lo siento.

En cambio la sorpresa fue al final al visitar, por mera curiosidad, la muestra de fotografías de Pedro Madueño. Unos retratos impresionantes. Siempre he sido algo escéptico respecto a la fotografía, pero he de reconocer que esta vez sentí una emoción inhabitual. Alguna vez había sentido algo parecido, con las imágenes de Francesca Woodman, por ejemplo, pero en muy pocas ocasiones más.

De todos modos, la última prueba: ¿de todo lo visto que me llevaría a casa? Sin duda "La mujer del papagayo" de Delacroix; aislada y sin el espantoso marco, haría que llegaran la emoción, el escalofrío y que me acompañaran el resto de mi vida.

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