viernes, 23 de septiembre de 2016

Libros amigos


Reanudo una tradición de este blog, hablar de libros. Un apartado de esta costumbre tiene el título de libros amigos; ello tiene dos sentidos, libros escritos por amigos, pero también que el libro en sí mismo se ha convertido en un amigo.

Poco puedo decir sobre este peculiar texto, pero hay algo que debo poner aquí. Hace un tiempo que Jordi me pasó  el manuscrito, lo empecé a leer y no lo pude dejar hasta terminarlo. Hay algo en él de hipnótico. Algo que hace que las manos no puedan soltarlo y que sea imposible que los ojos dejen de recorrer sus líneas. En muy pocas ocasiones me ha sucedido algo de este tipo.

Man Ray

Man Ray escribió una autobiografía titulada Self-Portrait: Es ciertamente interesante, testimonio directo de unos años y unos lugares exclusivos.

En el libro no hay demasiadas ilustraciones, se debe suponer, con acierto, que casi todos tenemos en el recuerdo sus trabajos. Pero hacia el final del libro hay una imagen bien peculiar, un cuadro pintado en 1952, Rue-Férou:



El autor escribe el siguiente comentario sobre la tela:

"¿Por qué había pintado un cuadro así? Sencillamente dije, porque se suponía que no debía hacerlo 
-observé que alguno de mis contemporáneos sentían la misma urgencia por pintar un cuadro así, pero no se atrevían- y me gusta contradecirme.

Unas páginas antes hay las siguientes palabras escritas después de dictar una conferencia:

"La gente se acercó para darme la mano y elogiar mi intervención: no se habían aburrido. Otras conferencias siempre respondían al mismo esquema general, mientras que la mía había sido un intento sincero de transmitir pensamientos que habían ido cristalizando con el paso de los años, con un lenguaje lo más llano posible, sin caer en la incomprensible y abstrusa terminología que suele acompañar al arte contemporáneo."

Un motivo para la reflexión.