miércoles, 14 de marzo de 2012

PARADOJAS

He visto estos días una serie de la BBC, Sherlock y la película sobre Tintín de Spielberg. De esta visión ha surgido una pequeña reflexión sobre cómo se acerca el cine a la literatura, o cómo un cineasta lee algo sobre lo que basarse.

Ver ambos productos y constatar la relación con sus orígenes, podría ser un buen ejercicio para los profesionales del cine y, especialmente, para sus guionistas.

Mi conclusión es la siguiente: mientras que en Sherlock se han abandonado, casi por completo, las referencias iconográficas, y en cambio en Tintín, se han querido recrear, en la primera se mantiene casi intacto el espíritu de las novelas de Conan Doyle, mientras que en la segunda, a mi modo de ver, se ha traicionado el touch de los comics de Tintín.

Para llegar a esta conclusión, he vuelto a leer algunos libros del detective londinense. Excepto quizá por la cuestión colonial, omnipresente en los textos, y la afición al opio y la cocaína, lo demás está ahí. Las sensaciones que embargan al lector de Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, o cualquiera de las narraciones, son las mismas, al menos para mí, que las que provocan la visión de los films. Parecen llamar a sentarse delante de un fuego crepitante, una tarde destemplada de lluvia y frío, con un buen cigarro y un cercano whisky, otra variante más sana: una taza de té y un gato en el regazo. Los libros y las películas se convierten en un confortable amigo que ayuda a convertir lo desagradable en acogedor y fascinante, en suma en sumirnos en un letargo que puede que algo tenga que ver con los efectos producidos por lo que habitualmente consume el habitante de Baker Street.

Alguna cosa me ha sorprendido de la relectura, dicho sea de paso, las citas “cultas”. De repente aparecen Jean Paul Richter, o Thomas Carlyle, mezclados con la intriga y el misterio, y los viajes al oscuro interior del ser humano. El Sherlock fílmico, aunque disimula, también es enormemente culto, lo que le facilita, por ejemplo, enfrentarse a la falsificación de un cuadro de Vermeer…

En cuanto a Tintín , mi decepción ha sido tan grande, que en un primer intento abandoné el cine. El segundo cargado de paciencia llegué hasta el final. Spielberg ha confundido Tintín con Indiana Jones, ha despreciado el humor de los dos inefables detectives y ha convertido al capitán Hadock en una caricatura. Y, todo ello, pretendidamente, preservando el mundo original. Puede ser que de niño a Spielberg no le fascinasen, como a mí y a tantos otros, las aventuras del adolescente reportero belga. Sino no entiendo el sentido de esta película.

Un apunte final. Acabo de ver el último episodio de la segunda temporada de Sherlock. Ahí, el avieso Moriarty máquina su definitiva bajeza. Intenta hacer creer que el detective se lo ha inventado todo, y con la invención ha creado la maldad. Manipula, especialmente los medios de comunicación, para hacer dudar de su propia existencia. Sherlock es, según el canalla Moriarty, el mentiroso, el malvado real. Me pregunto si Mourinho ha visto recientemente este episodio...

http://www.youtube.com/watch?v=m4foH4HCzKA


Esta dirección le puede conducir al delicioso momento en que Watson conoce a Sherlock Holmes en la serie de la BBC






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