lunes, 21 de enero de 2013

LECTURAS INVERNALES - 3

Hace ya muchos años que leí este libro por primera vez -1997-. Había empezado hacia poco mi nueva andadura por la pintura figurativa y este texto me fue útil para visualizar alguno de los problemas que se me planteaban.


HISTORIA DEL PECHO
Marilyn Yalom

¿Por qué me fue tan útil? En el inicio de mi pintura figurativa apareció como uno de los temas centrales el desnudo femenino y, especialmente, el retrato.
Uno de los primeros óleos del momento fue el titulado "...en un cristal..." *, en el que ya se podía intuir la serie de retratos que irían surgiendo a lo largo de los años posteriores. En la mayoría de esos retratos aparecían, aparecen, insinuados o evidentes, los pechos de la modelo.  Sobre el desnudo en general, y, fundamentalmente en el arte, hay una vasta literatura, con textos capitales como los de Mario Perniola, Kenneth Clark, o más recientemente el magnífico "De la esencia o del desnudo" de François Jullien, sobre el que volveré más adelante. Pero ensayos que traten específicamente la cuestión del pecho femenino, no conocía ninguno, no conozco, excepto éste.

La autora no se plantea su trabajo desde un punto de vista ortodoxamente feminista, pero si que lo va bordeando, aunque en ocasiones se muestre crítica con el feminismo radical.
Así y todo creo que el libro tiene una carencia fundamental, reduce el punto de vista masculino a una unívoca lectura. Siempre he sido un defensor de lo femenino frente a lo masculino, pero restringir la interpretación que un ser masculino puede hacer de los senos femeninos a la nostalgia nutricional o a la excitación erótica me parece despreciar la realidad.
Primero porque, pese a todo, no creo que exista una barrera infranqueable entre una cosa y otra, más bien una porosidad -así debería ser-. Siri Hustvedt lo explica muy bien en "Los misterios del rectángulo", y no vamos a entrar en los conceptos junguianos de animus y anima. Sobre esta compleja cuestión es interesante observar el arquetipo femenino que aparece en la estupenda película de Kathryn Bigelow, "Zero Dark Thirty".

Pero puedo, desde mi punto de vista de pintor -más bien de dibujante en este caso- exponer un argumento al respecto.
He defendido muchas veces la idea de que una línea tiene un recorrido lógico, casi me atrevería a decir que único, para mí es definitivo constatar en un dibujo este itinerario: el lógico discurrir de la forma. En la naturaleza esto es omnipresente, y el cuerpo femenino paradigmático, de ahí mi especial interés. Pero puede que sea en los pechos donde la excelencia formal se muestra de un modo más evidente. La línea descrita por el perfil de un pecho es tan sutilmente perfecta que hace que el dibujo sea prácticamente imposible. Y estoy hablando de cualquier tipo de seno, la lógica se mantiene intacta. De ahí que sea tan fácil de detectar la modificación de un pecho, la mano humana es torpe en este sentido, como en mi caso intentar dibujar, es casi una condena al fracaso. Igual que cualquier enfrentamiento con el ser humano, como bien señalo en su momento Giacometti.

Ahora dicho esto, el libro reúne una serie de afirmaciones e hipótesis más que sugerentes.
El primer capítulo "El pecho sagrado" merece una reflexión aparte en la que no quiero entrar ahora. Pero como he comenzado estas líneas hablando de la relación del libro con mi trabajo, voy a ello...

El retrato en el Renacimiento... ¡siempre el Renacimiento!
Puedo poner como ejemplo inicial el celebre díptico de Melún, de Jean Fouquet, donde Agnès Sorel, la amante del rey Carlos VII, travestida en Virgen María, muestra su seno izquierdo, en uno de los cuadros más inquietantes que recuerdo. La cuestión se irá repitiendo, la misma modelo aparece en otra obra -atribuida en ocasiones al mismo pintor- mostrando de nuevo su pecho izquierdo...



De hecho según la autora, durante el Renacimiento, el pecho femenino era considerado parte del  rostro, así que era común que las modelos retratadas mostrasen sus pechos: "Fue durante el Renacimiento cuando los pechos desnudos emergieron en el arte, correspondiendo a una nueva apreciación de la belleza femenina, según la cual los pechos eran en cierto modo parte del rostro" p. 80

Así el libro me daba una inesperada pista en forma de hipótesis histórica sobre el planteamiento de mis retratos femeninos. Digo hipótesis histórica porque el conocimiento de la pintura del Renacimiento ya me había conducido a pensar en ello.

Van apareciendo nombres propios de modelos famosas, Agnès Sorel. Simonetta Vespucci, de quien ya he hablado aquí, y para mi una novedad, descubierta releyendo el libro, Verónica Franco, mitad prostituta, mitad poetisa, modelo del conocido cuadro del Tintoretto, de título revelador, "La dama que descubre el seno", también de Paolo Veronese, y amiga, entre otros, de Montaigne.


Tintoretto

Paolo Veronese


Sólo por los capítulos "El pecho sagrado" y "El pecho erótico, esferas de la estructura celestial" vale la pena leer el libro. No quiero decir que el resto no tenga páginas interesantes, pero para mí estas fueron las más útiles.

De nuevo he hablado de un libro con el que estoy en muchas ocasiones en desacuerdo, pero su lectura fue muy productiva en muchos aspectos, la primera vez que lo leí, y lo ha sido ahora, tantos años después...

*
Este cuadro se puede ver en mi otro blog:  ramonherreros-obra.blogspot.com 











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