Cuando era niño estaba deseando caer enfermo -no por faltar al cole- sino para poder leer horas y horas seguidas novelas, especialmente de Verne o Salgari.
La sensación placentera que me provocaban aquellas horas, me ha venido como un flash, como algo vívido e intenso al ver LA VIDA DE PI.
La película se puede mirar de muy distintas maneras, pero también como un film de aventuras, que encierra en su interior un misterio dentro de otro misterio. Piscine Molitor comenta a su recién amigo, el escritor, que en India coexisten millones de dioses; tantos, diría, como misterios nos envuelven.
He visto LA VIDA... dos veces, tras la primera visión intenté aproximarme a la mitología hindú, con un fracaso completo, como era de esperar. Más de una vez he intentado leer Ka de Roberto Calasso, con el mismo resultado, sensación de frustración, sin que el autor tenga ninguna culpa, su libro sobre la mitología griega se lee como una novela de aventuras.
Así que me voy conformando con las excelente aportaciones, aunque sean específicas sobre algunas cuestiones, de Chantal Maillard, por ejemplo.
Citar a esta autora me facilita decir que hablé aquí sobre otra película que tenía algún punto de contacto con ésta: EL ÁRBOL DE LA VIDA, que es como se titulaba un libro editado por Chantal Maillard, sobre la tradición y el arte en la India.
He comentado aquí estas dos películas, porque tanto una como otra trascienden la cotidianidad para lanzarse a un terreno que va más allá de nuestra comprensión inmediata.
Pero hay algo más, LA VIDA DE PI es una reivindicación de la belleza, desde la danza donde Pi intuye la feminidad, hasta la sublime tormenta donde se atisba la presencia de la divinidad. La divinidad que, por cierto, ya se ha presentado como pez -avatar de Vishnú- en el momento en que Pi y el señor Richard Parker están a punto de morir de hambre. Richard Parker que, en el fondo, no es sino un avatar de Pi, su reflejo, su otredad, visualizada como la animalidad en su estado más puro.
Pi tendrá otros encuentros con la divinidad, la isla de ojos profundos, que alimenta de día y se alimenta de noche, que da y quita la vida como Kali. Ojos como los del tigre que mira la inmensidad del cosmos y Pi le pregunta ¿qué ves Richard Parker?, que es lo mismo que preguntar ¿qué es lo que no vemos nosotros?
LA VIDA DE PI nos descubre algo de eso que habitualmente no vemos, para lo que somos casi ciegos.
Lo que habitualmente vemos es la historia oficial aceptada por el mundo, una historia sórdida de asesinatos y seres malvados, de una enorme banalidad. Pi, al final, cuenta la versión que la mayoría de la gente quiere escuchar, quizá la películas que muchas personas hubiesen deseado ver...
Como el escritor que va a escribir la extraña historia de Piscine Molitor y el señor Richard Parker, prefiero, claro está, la del tigre.
Hay un cierto resabio a religiosidad de pandereta en 'La Vida de Pi' cuando ya de por sí exuda espiritualidad por los cuatro costados. Por momentos me pareció apreciar fogonazos de Spinoza, ya sabéis, ese identificar a la naturaleza con Dios. Aún así, sus cuatro 'oscar' han resultado toda una sorpresa. No debería serlo: la factura de la película es impecable y las interpretaciones, incluida la del tigre, son formidables. Me esperaba algo más peñazo. Si te pasa lo mismo, dale una oportunidad, que igual te sorprende. Un saludo!!!
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