martes, 15 de enero de 2013

LECTURAS INVERNALES - 2

A veces uno se pregunta si mantener vivo un blog, es un acto de voluntarismo inútil, un lanzar una gota insignificante en el vasto mar de la nube, pero a veces sucede que uno se encuentra con una respuesta enriquecedora, con algo  no  esperado, y que anima a seguir en ello.
He recibido este texto del amigo Lluís Armengol, comentando Lecturas invernales - 1. Espero que les interese tanto como a mí...

Una gran suerte recuperar esas lecturas que iniciaste hace unos meses y un acierto pleno comenzarlas por un libro que proporciona mucho juego a todos los amantes de la pintura-pintura como el mismo autor del volumen. El libro es apasionante a muchos propósitos y esa misma pasión y entusiasmo creo modestamente que no excluye una cierta "filología de la pintura" que tú llamas quirúrgica; es absolutamente necesario que alguien trate de cuestiones nada banales como la datación de los cuadros, las atribuciones, las versiones de una misma obra, los procesos de recepción, los vericuetos que han conducido un cuadro hasta tal o cual sitio, etc.; es cierto que a veces esa filología puede amortiguar en demasía la misma pasión visceral, pero no es así en los mejores casos y dentro de la filología literaria podría citarte casos ejemplares. Así pues, lanzamos una lanza a favor de una ecdótica plástica que en manos de un anticuario y "connaisseur" como Arturo Ramón puede dar los mejores resultados.

El método del autor en alguno de sus artículos no es nada novedoso: se trata de establecer paralelismos entre autores en apariencia no semejantes para arrojar un poco de luz tanto en el primero como en el segundo (no otra cosa hace la metáfora en el ámbito literario), y de este modo El Greco puede iluminar aspectos de Jackson Pollock y viceversa, o Rusiñol entrar en conflicto con Hopper, o Ramón Casas desafiar a Ferrer Miró; en fin, si es verdad que los mejores pintores del pasado ayudan a entender, apreciar y disfrutar de los mejores del presente, también es cierto aquello contrario: los más sublimes de nuestro presente alteran el canon del pasado y lo reescriben y lo reinterpretan una y otra vez; nada distinto formuló T.S. Eliot con su idea del "orden simultáneo" o el mismo Borges en sus magníficas líneas sobre "Kafka y sus precursores". La visión lineal, cronológica y unidireccional es sin duda cosa de la Modernidad decimonónica del siglo XIX y poco operativa para la crítica más lúcida; en efecto, como bien dices, el arte se expande de modo no cronológico...

Algo me extrañó que nada dijeses sobre el tema del "cuadro dentro del cuadro", siendo como es un motivo que aparece en buena parte de tu obra y que sin duda seduce por múltiples razones: desde aquellos gabinetes de curiosidades tan bien analizados por Víctor I. Stoichita hasta -repito- la más rabiosa actualidad...; y dentro de ese sub-genero el cuadro de Ferrer-Miró sin duda es atractivo: una multitud de gente contemplando una obra que el espectador NO ve al completo y solamente puede intuir (el marco, el ángulo superior izquierdo funcionan como una sinécdoque de una totalidad que nos es velada caso completamente). ¿Acaso no podría establecerse un paralelismo con el famoso "Ferrocarril" de Edouard Manet donde la niña pegada a la reja contempla algo -el ferrocarril-, que nosotros NO podemos vislumbrar? ¿y no queda todo ello reforzado por esa mujer de la izquierda que mira de frente al espectador-voyeur como invitándole a entrar en la escena? ¿no es una "figura de asistencia" (V. Stoichita) una pieza imprescindible de ese triángulo que formal la madre, la niña y el ferrocarril?


Esa "tematización de la mirada", esa dialéctica entre el ver y el no ver (analizada por el crítico mencionado), ese juego entre lo velado y lo des-velado, ese combate entre aquello que permanece oculto y aquello otro que al fin se ha mostrado es, a mi torpe entender, uno de los aspectos más seductores del arte de la pintura.

En fin, nada me sorprende tu entusiasmo por el artículo dedicado a Tiepolo tratando como trata el motivo del "pintor y la modelo" y con referencias a una película de la cual nos agradaría conocer tu opinión: "La belle noiseuse". Giovanni Battista Tiepolo no es un pintor de enamoramiento inmediato, casi se diría que exige cierta parsimonia y bastante paciencia en el trato; tal vez se halle muy anclado en ese siglo XVIII que siempre da una de cal y una de arena, un siglo bisagra entre una tradición clásica que agoniza y una Modernidad que empieza a levantar cabeza. Sin duda el libro de Roberto Calasso puede despejar dudas a buen seguro infundadas...

El amigo Lluís Armengol concluye incitándome a continuar con estas lecturas invernales, cosa que pienso hacer, y también interrogándome sobre "La belle noiseuse", puede que también hable algo sobre el film de Rivette, aún cuando, todavía después de innumerables visiones, tengo lecturas contradictorias al respecto.







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