lunes, 25 de noviembre de 2013

EL COLOR - 1

Esta entrada está dirigida especialmente a aquellas personas que estos últimos años han acudido a los talleres que se han ido realizando en mi estudio.

Introduzco aquí la cuestión del color, un tema que ha ido apareciendo con una cierta asiduidad.

Muchas veces en los talleres, y fuera de ellos, me han preguntado sobre mi relación con el color. 
Siempre he respondido del mismo modo: no creo en ninguna de las teorías que se han elaborado sobre tal cosa. Ni Goethe, ni Wittgenstein, ni Ruge, ni Albers, ni ningún otro, han dicho nada definitivo. Aunque de ellos se pueden extraer ideas y conceptos interesantes, útiles.
Tampoco, evidentemente, se pueden tener demasiado en cuenta, lecturas simbólicas. Oscilan, incluso de modo antitético, de una cultura a otra. Por poner un ejemplo, el negro o el verde, puede simbolizar la vida o la muerte, depende de dónde y de cuando; así prácticamente todos los colores.

¿Qué hacer pues? Existe, al menos, un referente, la propia naturaleza, en donde los colores parecen observar un comportamiento casi siempre armónico. Pero, al menos para mí, no es suficiente. Creo que existe una experiencia interna del color. Una experiencia personal. Siento, cuando estoy trabajando, que un color debe ponerse en contacto con otro. Imagino que como cuando un poeta necesita que una palabra llame a otra, o como cuando Mozart dijo "busco notas que se amen". Esto me parece una dirección plausible.

A continuación unas imágenes de pequeños problemas que me pongo a mí mismo. Si alguien de quienes han asistido a los talleres les apetece ponerse problemas similares, adelante, es de una gran utilidad. Podríamos establecer un feedback. También vale para quienes no han asistido y les gusta la idea.

Volveré sobre el color y otros temas que hemos trabajado conjuntamente. 










viernes, 15 de noviembre de 2013

OTOÑO, EN EL NUEVO ESTUDIO

Ayer apareció en "La Contra" de La Vanguardia una entrevista con Terry Harting, un investigador de psicología ambiental. Es una recomendable página.

Explica los problemas de estar trabajando en un ambiente cerrado, sin comunicación con la naturaleza. Mi anterior estudio era así. No veía absolutamente nada del exterior. Fue ahí donde se produjo el proceso de aparición de la figuración.

En mi nuevo estudio el panorama ha cambiado por completo. Veo el pequeño jardín de casa, pequeño pero alberga dos grandes árboles, una magnolia y una jacaranda. En un espacio vecino otros árboles de hoja caduca han llenado el suelo de hojas amarillas. La falsa vid que se enreda por la pared de la casa se empieza a irisar de tonos tierras, naranjas, rojos... Cada mañana antes de ponerme a trabajar doy un pequeño paseo por él.

Me pregunto si esto va a influir en mi trabajo...

Terry Harting habla también de los efectos de pasear por un jardín, de ver árboles. Hace pocos días estuve en Valladolid, donde di largos paseos por las arboladas orillas del río Pisuerga. La experiencia de paz, de serenidad, sentidas en ese caminar van a quedar en mi memoria de modo indeleble.

Algunas fotos del jardín hechas hoy mismo, y algunas de las primeras acuarelas realizadas en el nuevo estudio...








domingo, 3 de noviembre de 2013

LIBROS AMIGOS: DORA MAAR, de Victoria Combalía


Hace algún tiempo un librero amigo se quejaba de la ingente cantidad de libros que se llegaban a publicar en España durante un año. Si no recuerdo mal la cifra era de unos 70.000 títulos. Lo peor de todo es que la mayoría no tenían gran interés, por no decir ninguno.

Pero de vez en cuando aparece un volumen que justifica del todo su publicación: "Dora Maar" de Victoria Combalía.

Es un libro laberinto, se va desarrollando como un fractal, es decir unos personajes te conducen a otros que a su vez te llevan a otros, y así el texto se convierte casi en una novela de intriga.

La autora, a partir de unas conversaciones telefónicas con Dora Maar, ha reconstruido una parte del fascinante París de los treinta y los cuarenta.

Todo parece una obra de teatro en la que los protagonistas van interpretando los papeles asignados, en ocasiones por ellos mismos, en ocasiones claramente influenciados por grupos, que, a veces, se comportaban como si de una secta se tratase.

Dora Maar se encontró en el ojo de ese huracán, además con un guía que mantenía distancias con todos excepto con él mismo.

Hay en el libro un enorme trabajo de investigación que lo hace imprescindible para acercarse a ese período, que veo con simpatía, pero con mucha distancia.

Una de las cosas que más han contribuido a mi distanciamiento ha sido una reveladora confesión de Man Ray, en su libro "Autorretrato". En 1952 pintó un cuadro que reproducía, de un modo muy tradicional, una calle. El autor parece obligado a justificarse por ello y dice: " ¿Por qué había pintado un cuadro así? Sencillamente, dije, porque se suponía que no debía hacerlo -observé que alguno de mis contemporáneos sentían la misma urgencia por pintar un cuadro así, pero no se atrevían-."

En fin, un libro necesario para comprender como se desarrolló parte del arte del siglo XX, y las contradictorias relaciones de Dora Maar con su entorno y, especialmente, con Picasso, que parece seguir proyectando su agresiva sombra sobre todo y sobre todos...