domingo, 27 de noviembre de 2011

Rostros

En la entrada “Retratos” enero 2009 incluí un texto en el que intentaba explicar mi interés por el retrato femenino, haciendo alguna acotaciones al respecto. He continuado haciendo retratos y entra dentro de mis posibles proyectos llegar a hacer una muestra con ellos.

En aquellas notas, no obstante, olvidé citar algo.

Hace ya muchos años, durante los primeros noventa, para ser más preciso, conocí, casi por azar, a una pintora, Pilar V., que me descubrió las impresionantes pinturas de Al Fayoum. Especialmente los rostros.

Ella, por aquel entonces, estaba realizando una serie de retratos de amigos, digamos que “a la manera de”.

Todavía estaba circulando por mi etapa abstracta, así que, lamentablemente, no le di la importancia que se merecía. Aunque yo mismo nunca había dejado de trabajar en dibujos figurativos, y se empezaba ya a perfilar el cambio que se iba a producir en 1996.

Como se dice en el post citado, en 2006, realicé, en el espacio Vol Art de la Fundació Vila Casas, una exposición monotemática sobre el retrato. En aquel momento debí aludir de algún modo, al poso que había dejado en mí la obra de Pilar y su interés por Al Fayoum. No se presentó la ocasión, y además ella había dejado Barcelona hacia años y no tenía como encontrarla. Ahora y aquí quiero dejar constancia de este hecho.

Las pintura de Al Fayoum tienen una relación directa con la muerte. En definitiva de trataba de “ilustrar” los sarcófagos con una imagen, más o menos intemporal, de su ocupante.

Algunos autores han vinculado el tema del retrato en general con la muerte, como Pedro Azara en su libro El ojo y la sombra. Esto puede significar un punto de inicio de una nueva reflexión.

Si he de ser sincero no puedo dar una explicación clara y contundente sobre mi fascinación por este género. Pero lo cierto es que retorno cíclicamente a él. Estos últimos meses he trabajado en una serie de acuarelas sobre este motivo. Representan una cierta recapitulación. Basadas casi todas ellas en apuntes y dibujos previos realizados a través de los años. Aparecen, sino todas, si muchas de las modelos que me han ido acompañando en este camino.

Los dibujos son en realidad torsos, como ilustra la primera reproducción, pero hace unos días advertí que únicamente los rostros adquirían un sentido distinto al de la totalidad de la obra, y que abrían un nueva dimensión de los mismos.

He aquí una selección…



















domingo, 30 de octubre de 2011

Libros amigos


Hace tiempo que no publicaba un post bajo este epígrafe. Han ido apareciendo libros con una cierta frecuencia, pero no de amigos.
Gabriel Ranzato ha publicado un nuevo titulo en Italia, pero voy a esperar su próxima traducción para hablar de él.

Esta vez se trata de alguien más que amigo, lo ha escrito mi mujer Nuria Vidal.

La piedra negra, es un apasionante relato de aventuras en el que se mezcla tiempos y espacios. Siendo la autora alguien tan próximo, voy a dejar que los futuros lectores saquen sus propios juicios y opiniones.

Hay algo más atractivo en esta experiencia, el libro lo ha editado también un amigo, en su editorial on line BAT -Biblioteca Andreu Teixidor.

La gran ventaja es que se puede descargar desde cualquier lugar del planeta. También se puede obtener un volumen impreso si así se desea.

Espero que su lectura les depare momentos tan interesantes, felices y divertidos como a mí.

La dirección del enlace es:

http://www.bubok.es/libros/207734/La-piedra-negra




martes, 14 de junio de 2011

Notas-5. Un sueño



He hablado en este blog, y en otros lugares, sobre el desnudo femenino. Desde mi punto de vista de pintor y, evidentemente, de ser humano. Casi siempre me he circunscrito, al terreno del arte y del papel del desnudo femenino ahí.
En estas notas voy acumulando apuntes, sugerencias, que pueden en un futuro tomar una forma más unitaria, más coherente.

Releyendo lo que he escrito hasta ahora soy consciente de que quizá falta una mayor presencia de mi voz. Han aparecido opiniones de escritores, teóricos, incluso la de una de mis modelos -ver Conversaciones con una modelo.
Pero ¿cómo es mi experiencia? Sobre mi propio trabajo, sobre el de los demás. He dejado escrito que visión tiene una modelo sobre sí misma y sobre mí, ¿pero qué visión tengo yo? ¿qué siento mientras trabajamos?
Me podría escabullir fácilmente y decir que cada caso es distinto. Cada modelo un nuevo mundo y no mentiría, es una verdad indiscutible, clara.

Pero todo esto ha tenido un principio. El mío lo puedo datar alrededor de mis diez años. En todo caso antes de los doce.

François Cheng, en el libro tan citado aquí, cuenta que una de sus tías al regreso de un viaje a Francia, le trajo reproducciones del Louvre y de otros sitios, dice literalmente: "Nueva conmoción ante el cuerpo desnudo de las mujeres, tan carnal e idealmente mostrado. Venus griegas, modelos de Botticelli, de Tiziano y sobre todo, más cercanos de Chassérieu, de Ingres. La Fuente de Ingres, emblemática, penetra el imaginario del niño, le arranca lágrimas". El recuerdo es de cuando Cheng tenía siete años.

Mi relación con imágenes pictóricas es posterior a esa edad, cuando mi padre me regaló la Historia del Arte de Pijoan, o puede que de unos fascículos que compraba por mi cuenta. Descubrí entonces imágenes turbadoras, quizá la que más me impresionó fue Antíope de Correggio, que reproduzco arriba en blanco y negro porqué así la recuerdo. Es una historia común por la que ha pasado muchas gente de mi generación, y seguramente de posteriores.

Pero hay un antecedente más: un sueño infantil.
De niño leía unos tebeos de ciencia ficción, deudores seguramente de Flash Gordon, llamados Diego Valor, en ellos el héroe tenía una especie de novia, Beatriz Fontana, por la que yo abrigaba sentimientos que ahora me parecen indescriptibles, quiero decir que no soy capaz de explicar.
Pongo una de las viñetas que no he podido olvidar desde entonces. Incluso ha aparecido en alguna de mis obras.

El sueño es simple y corto. Estando gravemente enfermo, quizá en trance de muerte, se me aparecía la heroína y me decía: "no te preocupes, me desnudaré ante ti y te curarás". No recuerdo en absoluto si se llegaba a desnudar o no, pero la impresión que me causó esta frase todavía perdura.
Desde entonces he relacionado la visión del desnudo, con la curación, con la compasión.
Mucho más tarde he encontrado ejemplos que hablan de esta relación.
Marilyn Yalom cita en su libro Historia del pecho, que en una iglesia de North Cove, existe una pintura en la que la Virgen María muestra sus pechos, en un acto de intercesión por un grupo de pecadores condenados al infierno.
En la película Sue de Amos Kollek, la protagonista accede a mostrar sus pechos a un vagabundo, también por compasión. Sobre esta cuestión puedo volver más adelante.

Ya he contado, pues, dos motivos, uno de ellos matricial, de mi interés por el desnudo femenino, y por el arte, por la pintura en particular. No se debe olvidar que hay un factor decisivo: en el sueño, mi "sanadora" era un dibujo que se había corporeizado en mi imaginario. Si algo recuerdo con claridad del sueño es que quien me hablaba no era un dibujo, era una mujer.

Pero es evidente que no pasan sólo por ahí mis vivencias con una modelo.

Acostumbro a decir que la humanidad se divide en dos tipos de seres, los que son como el viento -necesitan moverse, viajar, son nómadas- y los que somos como un árbol. Las cosas acontecen a nuestro alrededor en un espacio mínimo.
No ha sucedido siempre, claro, pero para mí, en bastantes ocasiones la relación con una modelo ha significado el viaje a una terra incognita, ¿por qué que hay más desconocido para un ser humano que otro ser humano? La relación que se establece ahí, en un lugar cerrado entre alguien que mira y dibuja y alguien que ofrece una visión -a veces teofánica- es un gran viaje lleno de misterios y descubrimientos.
Espero poder ir hablando de ello...

martes, 7 de junio de 2011

El árbol de la vida


Cuando hace unos días terminé de ver The Tree of Life de Terrence Malick, tuve dos sensaciones distintas.

La primera hacia mucho tiempo que no me pasaba -desde la primera visión de Apocalypse Now- no me hubiese movido del cine, habría visto la película por segunda vez. Lo percibido era tan sumamente complejo que necesitaba, necesita, más de un visionado, para empezar a captar la enorme dimensión de la propuesta.

La segunda es que el film será criticado -mal visto- por hacer emerger de nuevo el ansía de espiritualidad. Especialmente por un cierto matiz que puede ser interpretado como cristiano, incluso católico.

Sobre la primera cuestión no puedo más que expresar satisfacción porque exista un producto que conteniendo tal riqueza y complejidad de ideas y de imágenes, exija más de una revisión.
Siempre he pensado, desde mi punto de vista de pintor, que una pintura debe crecer con el tiempo, ser cambiante, ofrecer a cada nueva mirada un aspecto de diversidad enriquecedor; quizá como una muñeca rusa, pero al revés y sin finitud. Si no es así, el trabajo ha fallado.

Creo que el gran cine tiene esa virtud. ¿Quién de nosotros no ha visto y revisto algunas películas y no se ha cansado nunca? Puede ser un ejercicio útil que cada uno se pregunte ¿cuales?.

Lo segundo todavía me interesa más. Recuerdo que de niño, nacido en la ciudad, me sorprendió al ver unas obras en la calle, que bajo el asfalto hubiese tierra. Pienso que la humanidad, en su mayor parte, vive en ese estado de ignorancia, o quizá sería mejor llamarle disimulo.
Casi nadie quiere ser consciente de la extrañeza del mundo y, por extensión, del ser humano.
Que sucesión de inmensas causalidades han tenido que suceder para que la vida exista tal y como la conocemos. No cabe pensar en lo que había antes del primer instante, cuestión que alberga una paradoja inimaginable por ahora, sino que sucedió y cómo después, que está pasando ahora mismo en el universo, para llegar donde estamos.

La película discurre en dos espacios, el del interrogante y el del vacío. La mujer hace de puente entre ambas esferas. Como dice Joseph Campbell hay "un ámbito de visión en que tiempo y eternidad eran uno". *
El vacío el de la cotidianidad, una perspectiva de ausencia, que la muerte del hijo no hace sino dilatar. El resto, la mirada interrogante hacia el cielo. El agua y las sombras. El caminar hacia el horizonte. El atravesar una puerta en medio de la nada. No son sino caminos para alcanzar la compasión.
La compasión del dinosaurio, la compasión hacia los otros, hacia si mismo, hacia el tiempo perdido...

Sobre la posible lectura de la película como católica, me parece irrelevante. Ordet finaliza con un milagro y en mi opinión es uno de los films más extraordinarios de la historia del cine.

Además el árbol, omnipresente, es un símbolo universal que aparece en casi todas las muestras de espiritualidad. Buda fue siempre relacionado con un árbol "el árbol bajo el que se sentó Buda". Es más, al principio del budismo, cuando Buda no era representado nunca, a menudo lo era con un árbol.

Al fin el budismo escoge la no pregunta. La aceptación de la ausencia. Quizá esta película nos esté diciendo esto: no hay que formular la pregunta, y la única actitud posible ante esta carencia, es la compasión.

Por mi parte quiero creer que el árbol es sobre todo el símbolo del renacer del espíritu, y que The Tree of Life dibuja con precisión lo que ello puede suponer, de modo que se ha incorporado a mi memoria de forma decisiva y puede que permanente.

* Joseph Campbell. Las mascaras de Dios. Mitología creativa. Alianza Editorial, 1992.

viernes, 20 de mayo de 2011

Notas-4


He ido hablando en entradas anteriores de algunos temas cruciales para mi trabajo, que se entrecruzan constantemente. La pintura, la belleza, el desnudo femenino, el pintor y la modelo.

A veces pienso que voy dando palos de ciego. Es difícil sistematizar todo este material, en ocasiones creo que la mejor imagen para ilustrar metafóricamente esta situación es la de James Stewart al final de Vertigo, una imagen de perplejidad absoluta ante lo que “se le ha ido de las manos”, no se ha quedado ante el vacío, se ha quedado vacío.

De hecho la creación no es más que un difícil equilibrio entre lo que tiene sentido y lo que no lo tiene en absoluto.

En más de una ocasión uno renunciaría definitivamente a todo y se retiraría a la no-acción. En otras, en cambio, acontece que todo se vuelve luminoso y el trabajo se convierte en un camino lleno de belleza y compensaciones, pero ¡ay! acostumbra a finalizar ante la presencia del Mago de Oz.

Cuando inicié esta serie de post anticipé que hablaría de “Abstracción y Naturaleza” de W. Worringer. Hasta ahora no había aparecido. Es un interesante texto que aporta argumentos sugerentes sobre la abstracción, pero lo que más me impresionó del libro fue la plasmación de dos ideas que me parecen esenciales y que comparto plenamente:

“Toda la historia del conocimiento intelectual y del dominio intelectual sobre el Universo nos da la impresión de un esfuerzo estéril, de un dar vueltas absurdo…Nos hacemos cargo de que con cada progreso del entendimiento el panorama del mundo se ha vuelto más hueco y superficial; de que cada progreso intelectual se ha tenido que pagar con la atrofia de un órgano: de la innata capacidad del hombre para sentir el insondable misterio de la vida.”

No puedo sino suscribirlo. Ciertamente la humanidad ha ido perdiendo la capacidad de preguntarse sobre la incógnita de la misma vida, de lo que la rodea…Vive sumergida en una ficción. Y también estoy de acuerdo en que a pesar de todos los esfuerzos no se ha podido, hasta ahora, desvelar nada. El interrogante sigue siendo el mismo desde el albor de la humanidad.

Curiosamente, ahora mismo, en el Festival de Cannes, se han presentado dos films, The Tree of Life, de Terrence Malick y Melancholia de Lars von Trier, que ,al parecer, ponen de nuevo sobre el tapete el problema. Otra vez el cine es el que osa abrir los signos de interrogación. Afortunadamente en un espacio que puede tener una cierta repercusión. Pero no conviene ser demasiado ser optimista.

La otra frase de Worringer: “El valor de una obra de arte, aquello que llamamos su belleza, reside, en términos generales, en sus posibilidades de brindar felicidad.”

No puedo estar más de acuerdo. Cabría preguntarse ¿qué es la felicidad? Sólo tengo una respuesta: ausencia. Ausencia de dolor, de angustia. Ausencia de búsquedas inútiles. De expectativas inalcanzables.

Algo más, una obra de arte debería aportar no sólo felicidad, sino consuelo, compañía, diversidad. Pero sobre ello hablaré más adelante. Especialmente sobre el concepto de consuelo, de curación que intentaré entroncar con la idea de belleza en general y con la del desnudo femenino en particular…

Adenda. Sobre todo esto una anécdota, en una de mis primeras exposiciones un crítico local que se las daba de filósofo, hizo una reseña negativa de la muestra, utilizando como argumento, que eran obras que producía consuelo conhort en catalán visto ahora, desde la distancia de casi treinta años me parece que me estaba elogiando.

Mayo 2011

jueves, 14 de abril de 2011

Viaje al fondo de la mente




Siempre he pensado que distinguir la figuración y la abstracción en la pintura, en el arte en general, era un absurdo total. Quienes han seguido mi trabajo, desde hace tiempo, saben que es así.

He dejado dicho en muchas ocasiones que todo dependía del punto de vista del observador.

También siempre he pensado como los antiguos alquimistas es lo mismo lo que está arriba que lo que está abajo, y, con muchos renacentistas, que el cuerpo humano es algo fronterizo entre lo uno y lo otro. De ahí procede una de las razones de mi especial interés por la figura humana.

He encontrado por casualidad este documento realizado por la Stanford School of Medicine. Han conseguido filmar parte de la corteza cerebral de un ratón. Las neuronas se representan en verde, los puntos multicolores son las sinapsis por separado. Nada más parecido a las imágenes que últimamente hemos podido ver del universo, de galaxias en formación... y como no a un cierto informalismo abstracto.

miércoles, 30 de marzo de 2011

ANTECEDENTES


Sirva este conocido grabado de Durero como introducción a las líneas que van a seguir.

Mi intención al reanudar las notas es continuar con los temas del desnudo femenino y el pintor y la modelo, así que me ha parecido necesario poner aquí un parte de la reflexiones que escribí para el texto "Notas para una suposición: lo imposible", porque como dije en Notas-1, quería extenderme en lo que allí estaba apuntado y me parece necesario conocer estas cavilaciones previas para poder proseguir.



...Pero hay otras ideas en el libro de Bataille -Lo imposible- que me hacen sentir muy próximo a él: su obsesión por la desnudez femenina, compartida por tantos pintores.

¿Qué es para Bataille la desnudez femenina? El lugar, el hecho, donde el erotismo y lo sagrado se rozan, se corporeizan.

Dice Mario Perniola: El pensamiento de Bataille se mueve dentro de una tradición que atribuye al desnudo un gran valor espiritual... Para Bataille, la sexualidad y la muerte llevan a sus últimas consecuencias el movimiento del desnudamiento...

Cabría aquí abrir una matización sobre el valor de la misma palabra: desnudo. Si bien Kenneth Clark le otorga al desnudo en el arte la categoría no de asunto sino de genero específico, hay dos lecturas que debemos tener en cuenta: el desnudo como forma de arte y la representación de una figura "desnudada". Lucien Freud decía en unas declaraciones recientes que nunca trabajaba con modelos profesionales, porque su desnudo era falso, su piel era un nuevo vestido. Necesitaba para su trabajo que el modelo se "sintiera desnudo". Hay aquí una cierta violencia, una violencia que un contemporáneo de Bataille, Pierre Klossowski, describe bien cuando en Le Bain de Diane se refiere al hecho del ofrecimiento del cuerpo como ofrenda a la contemplación: la diosa necesita ser vista, contemplada. Contemplada en su desnudez real, en un instante sacrificial donde se mezclan los papeles de la víctima y el sacrificante. Es una desnudez real pese al componente religioso del hecho. Es a través del cuerpo de Diana que Acteón transgrede la norma de la percepción de la divinidad. El cuerpo de Diana está verdaderamente desnudo.

Se insinúan aquí muchas cuestiones vitales, pero la más importante es la que hace referencia a la contemplación de la figura femenina -desnuda- como vía de acceso a una experiencia religiosa. Octavio Paz nos habla de circunstancias parecidas en las relaciones de los trovadores provenzales. La aspiración máxima era la de la contemplación de la bella señora desnuda: el cuerpo de la mujer era un microcosmos y en sus formas se hacia visible la naturaleza entera con sus valles, colinas y florestas. También en la religión hindú aparecerá el mismo tema desprovisto inicialmente del elemento sacrificial.

Todo ello nos conduce a los místicos sufís, especialmente los iranís, que hablan de la necesidad de la contemplación de la divinidad como un conocimiento visual encarnado por una figura femenina. Dice Corbin: Tal es la intuición que rige los enunciados del capítulo final del libro de los Fosûs de los que se desprende que es al contemplar la imagen del ser femenino cuando el místico puede obtener la más alta visión teofánica, porque es la imagen de lo Femenino-creador donde la contemplación puede aprehender la suprema manifestación de Dios, es decir de la divinidad creadora.

En realidad en este excurso no he hecho sino plantear un grupo de problemas espoleado por la alusión a Bataille. La contemplación de la figura femenina -desnuda- no como arquetipo sino como algo real, aspirando a la visión teofánica. Hecho que se repite a través de tiempos y culturas distintos. La relación con el sacrificio. Todo ello como un simple bosquejo. Antes de pasar a otra cosa, un apunte: el ofrecimiento del desnudo como algo compasivo, lenitivo, para quien se ofrece, para quien contempla o para ambos. Hay algunas imágenes singulares de la Virgen María mostrando sus pechos a Jesús para interceder por las almas que penan en el purgatorio. Es evidente que sobre estas observaciones planean dos temas que quizá pueda desarrollar en otro lugar: la Anunciación y las relaciones del pintor y su modelo.

Estas notas fueron redactadas entre 2001 y 2003



sábado, 5 de marzo de 2011

Intermedio-2 : Otros gatos




He dedicado dos entradas a los gatos. En marzo 2009 unos primeros dibujos. En marzo 2010 los cuadros que formaban la exposición "...pero en qué sueñan".
Para esta muestra, y también tiempo después, he realizado una serie de acuarelas, algunas de ellas inéditas, que pongo aquí.
Una recomendación para los amantes de los gatos, un libro de dibujos titulado "Los gatos son raros y más observaciones" de Jeffrey Brown, editado por La Cúpula.









domingo, 27 de febrero de 2011

Intermedio: un regalo




He afirmado en una de las notas, mi deseo de convivir con Simonnetta Vepucci, de Piero di Cosimo, sueño, obviamente imposible. Quizá sin embargo mi pintor de cabecera ha sido siempre Piero della Francesa, y puede que entre todas sus obras la Madona del Parto, que tuve el privilegio de ver, hace muchos años, en su ubicación original. Sin embargo el conjunto de "La legenda della vera Croce" en la iglesia de San Francisco en Arezzo es, para mi, una de las obras más sublimes de la historia del arte. Sin duda ustedes ya la conocen, pero nunca está de más recordarla.

martes, 22 de febrero de 2011

Notas - 3


Dice François Cheng: "en la belleza, toda verdadera mirada es una mirada cruzada... entre lo que mira y lo que es mirado".

A partir de esto podemos llegar a varios esquemas distintos. El observador contempla la Naturaleza. Caso citado por Cheng: Cézanne y la montaña Sainte-Victoire. Ahí el observador crea algo así como una simbiosis -pensando en la montaña como un ser vivo-, unos vasos comunicantes entre la creación del universo y el pintor también como parte del cosmos, usando para el hecho en sí una gran sabiduría pictórica.

El observador contempla un ser vivo, el caso del pintor y la modelo. Se crea una relación especular -una de mis modelos me definió como un espejo, no como un hombre-, este es el espacio por excelencia donde se profundiza en el entrecruzamiento de miradas, el quiasma, en definitiva. El pintor observa a la modelo y ésta al pintor. La obra parece trasladarse a un lugar intermedio entre ambos. La dimensión del tiempo sufre entonces una gran transformación, la propiciada por el espacio del rito. Si la comprensión de lo que está sucediendo es óptima, diría que la responsabilidad del resultado final es compartida. Es un territorio, el que aparece, fascinante, a veces feliz, a veces doloroso hasta lo insoportable, en ocasiones productivo.

La siguiente posibilidad es la del observador que contempla el resultado de una observación, por ejemplo un cuadro. ¿Qué se puede sentir ante la Simonnetta de Piero di Cosimo, o las magníficas visiones de la montaña de Cézanne?
Siendo pintor se me hace muy difícil responder, mi mirada, obviamente, está mediatizada por mi trabajo.

Un amigo, Lluís Armengol, me envía un correo, respondiendo en parte a las notas anteriores, su opinión creo que es más que sugerente:

"El libro de François Cheng sobre la belleza me pareció una auténtica maravilla en términos generales, en concreto la cuarta meditación y el concepto de quiasma, es decir la pintura como juego (recíproco) de miradas, como combate dialéctico entre sujetos que miran desde sus respectivos encuadres, la pintura como batalla sin fin "entre" un espectador-mirón y el ojo del huracán del cuadro (obviamente otra entidad viva y en constante transformación). Esa metáfora del "ojo del huracán" siempre me ha parecido muy operativa para situar la experiencia estética, pues ese ojo nos absorve y nos rapta: un punto de la obra a partir de la cual entramos dentro de ella, un punto que nos llama la atención y nos captura (algo parecido quizás con aquello que nos ocurre a la vista de una mujer: nos enamora un gesto, una postura, el pestañear de unos ojos, etc., nunca el conjunto en su totalidad, sino siempre un detalle, una minucia quizás o el timbre de una voz). Como bien dice el autor "las miradas cruzadas son las únicas que pueden provocar la chispa que ilumina".

continuará

viernes, 18 de febrero de 2011

Alrededor de un comentario



Un aristocrático amigo me dice -ver comentarios a Notas - 2- que él no podría convivir con el cuadro de Piero di Cosimo, quizá por la insoportabilidad de la belleza.

Simonnetta Vespucci fué, posiblemente, la gran musa del Renacimiento, yo me quedo con este cuadro, pero Sandro Botticelli la pintó varias veces. Se pueden encontrar innumerables datos sobre ella simplemente poniendo su nombre en un buscador.

Pero volviendo al cuadro, se afirma que Piero la quiso representar como Cleopatra, de ahí el áspid que le rodea el cuello. A mí me gusta pensar en otra cosa, sobre todo porque en la base de la tabla figura el nombre de Simonnetta de modo que el pintor quiso dejar claro que era el retrato de alguien existente y conocido. Segundo porque la serpiente tiene un contenido simbólico extensísimo. J. E. Cirlot dice que "hay una evidente conexión de la serpiente con el principio femenino" relacionándolo con grandes figuras femeninas de la mitología griega: Artemisa, Hécate, Perséfone. Por otra parte la serpiente por su muda de piel es un claro símbolo de resurrección. No voy a seguir con esta cuestión porque sería interminable. Para finalizar diré que la serpiente que rodea el cuello de Simonnetta está a punto de morderse la cola, con lo que sería un uróbos, concepto que acompaña a la civilización desde hace más de tres mil años, y cuya significación es oceánica.

Dos deducciones, pues, feminidad, muerte y resurrección.

En cuanto a la insoportabilidad de la belleza, voy a citar de nuevo a Heisenberg que remite a Platón: "Lo Bello y lo Bueno es la Idea central, en la que se hace visible lo divino y a cuya vista las alas del alma empiezan a desplegarse. En un pasaje de Fedro encontramos expresado el siguiente pensamiento: el alma se siente empavorecida y tiembla a la vista de lo bello, porque siente que evoca en sí misma algo que no ha adquirido a través de los sentidos sino que siempre había estado depositado allí dentro de una región profundamente inconsciente".


El cuadro de Piero di Cosimo entraña para mí el misterio de la feminidad y la intuición de una idea de la muerte como inicio del camino que quizá nos conduzca a las regiones donde habitan las ideas que nos hacen reconocer la belleza.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Notas - 2


Cheng mismo se hace eco de la pregunta con que finaliza Notas - 1: "... el universo no tiene la obligación de ser bello, y sin embargo es bello. A la luz de esta constatación, la belleza del mundo pese a sus calamidades, también nos parece un enigma".

Si obviamos estas calamidades y nos colocamos desde un punto de vista, digamos alejado, entonces la belleza aparece en toda su plenitud. ¿Qué otra palabra han utilizado los astronautas para describir la visión de la Tierra desde el espacio? Todos han coincidido en la misma descripción, dicha de distintos modos: es un espectáculo de una belleza impresionante. Una esfera formada por un sinfín de colores armónicos -al parecer domina el azul- en la negritud del espacio.

Tenemos pues otro paradigma de lo bello, pero de nuevo la pregunta ¿por qué? Sigue Cheng: "Al menos que desde el principio, la materia contuviera en potencia la promesa de la belleza, la capacidad de belleza".

¿Qué idea tenían los astronautas sobre la belleza para aplicar esta palabra a lo que estaban viendo?

Pero ustedes se preguntaran el porqué de este preocupación por la belleza y que idea tengo yo mismo sobre esta cuestión.

Mi preocupación viene, especialmente, porque siendo pintor contemplo con desolación como tal concepto ha sido desterrado vergonzosamente del mundo del arte. Nadie quiere oír hablar de tal cosa y más de una vez he leído que era un concepto "trasnochado".

Pero volvamos sobre el término en si mismo; Wener Heisenberg nos ofrece algún indicio a seguir:
"Incluso en la antigüedad había dos definiciones de belleza que en cierta forma se oponían entre sí. La controversía entre ambas jugó un gran papel, sobre todo en el Renacimiento. Una de ellas describe a la belleza como la adecuada conformidad de las partes entre sí y con relación al todo. La otra, que arranca de Plotino, la define, sin hacer referencia a las partes, como transparencia del esplendor eterno de lo "uno" a través del fenómeno natural".

La adecuada relación del todo y las partes. Cheng cita a Mozart: "busco las notas que se aman".

Continuemos ¿qué es para mí la belleza? A imitación de Cheng voy a empezar con un ejemplo, no con definiciones, con un cuadro: "Retrato de mujer. Simonnetta Vespucci" de Piero di Cosimo -cuya imagen encabeza esta nota-. Evidentemente hay muchas otras cosas que podría citar, otros pintores Piero della Francesca, Masolino da Panicale, por ejemplo, pero el cuadro de Piero di Cosimo representa para mí la síntesis, la unión de las dos tesis contrapuestas que expone Heisenberg. Pocas veces me he emocionado tanto como contemplando este cuadro, del que tengo una gran nostalgia practicamente cada día que pasa. Si pudiese escoger una obra para tener junto a mí permanentemente, de todas las que conozco, sin duda escogería ésta...

continuará

martes, 15 de febrero de 2011

Notas - 1


Cuando en el año 2003 terminé el texto "Notas para una suposición: lo imposible", me prometí a mí mismo y a algunos amigos que retomaría alguna de las cuestiones allí esbozadas e intentaría desarrollarlas en la medida de mis posibilidades.

Uno de de los temas tratados era la belleza.

Diría que no estoy descontento del todo de lo que escribí allí, pero en todo caso era con seguridad subjetivo -esto es inevitable- e insuficiente. Las relecturas de dos libros, me han aportado algunos argumentos que quiero trasladar aquí.

En "Cinco meditaciones sobre la belleza" François Cheng, el autor, se atreve a tomar el problema sin ningún tipo de pudor ni de miedo. Meditaciones hechas oralmente ante un heterogéneo grupo de personas.

Si hubiese leído este libro antes de escribir las "Notas..." seguramente éstas habrían sido distintas.

Aunque hay un buen número de puntos en común. Allí ya esbozaba mi fascinación por el desnudo femenino -esta es una cuestión sobre la que volver- y Cheng advierte desde el principio, que podemos pensar o definir el vocablo belleza de distintos modos, pero existe una belleza paradigmática: "la belleza del cuerpo humano, más precisamente del femenino". También la belleza reflejada en el rostro humano: "rostro de mujer celebrado por los pintores del Renacimiento, rostro del hombre fijado por ciertos iconos".

Cheng se muestra absolutamente fascinado por el Renacimiento, según él allí está la belleza fabricada por manos humanas, más que en Grecia.

No puedo estar más de acuerdo en esto.

Pero lo que más me ha impactado del libro es la idea que el autor recoge de Merleau-Ponty, pero que hace suya, el quiasma, que Cheng reelabora definiéndola así: "en la belleza, toda verdadera mirada es una mirada cruzada... entre lo que mira y lo que es mirado". De hecho esto sería una pista sumamente atractiva para tratar el tema del pintor y la modelo.

Por último y para terminar esta primera nota diré que Cheng cree en la belleza del mundo -el mundo también es horror y a veces conviene pasearse por él-, pero aceptemos que el universo fabrica belleza, desde las galaxias hasta una humilde flor, la pregunta es: ¿por qué?

El segundo libro que pienso traer aquí es "Abstracción y Naturaleza" de W. Worringer, pero sobre el de Cheng han quedado cosas por decir, así que...

continuará