Por una amable invitación de Begonya Folch, ayer lunes 27 de octubre, pasé un par de horas con un grupo de alumnos del Institut 4Cantons.
Se trataba de un corto taller, en el que se trabajó con acuarelas sobre el tema del paisaje.
Tres puntos de un gran interés para mí:
La reunión de la tecnología con la manualidad, todos los alumnos tenían un elemento informático, en el que veían el referente propuesto, y la conversión de este referente en dibujo.
Otro, la gran y rica diversidad de resultados -como se puede comprobar en las imágenes-; desde un expresionismo casi abstracto, hasta tentativas de un cierto realismo naturalista.
El tercero, una plausible confirmación de que la pulsión por dibujar sobrevive, sigo pensando -por ahora- que es algo innato en el ser humano.
Una experiencia más que satisfactoria, en la que me ayudó la profesora Beatriu Surroca.
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