Fialetti, Oídos, 1608
Desde hace mucho tiempo vengo insistiendo en que el cine es donde se dirimen las cuestiones estéticas y morales ahora mismo y casi desde sus inicios.
Afortunadamente van apareciendo títulos que confirman esta hipótesis. Muy pocas veces, por no decir nunca, una exposición de arte actual me ha conmovido o me ha conducido a reflexionar como algunos de los films que he ido viendo. La vida de Pi, El árbol de la vida, La gran belleza, Joven y bonita, La Venus de las pieles, etc.
No entiendo como Nimphomaniac no ha llegado a crear un debate en torno a la cantidad de ricas sugerencias que contiene.
Posiblemente debamos esperar a la versión definitiva del director para poder opinar con más propiedad, parece que falta una hora o más. Pero, aún así, es un film que considera al posible espectador como inteligente, diría que le ofrece un apetitoso menú.
Me fascina la figura del padre y su enseñanza del nombre de los árboles, en especial del fresno y del roble, cómo no podía ser de otro modo. El aroma de cuestiones mitológicas aparece aquí con fuerza; como en el interés por la pesca. Árboles y peces son elementos simbólicamente privilegiados. Entre paréntesis, el capítulo de la muerte del padre es una de las aproximaciones a la cuestión de la muerte -en el cine- que más me ha impactado.
De hecho Joe no busca sino la vida frente a la muerte. No busca la satisfacción sexual sino "estar viva". De ahí su encuentro con el sadomasoquismo.
Voy a empezar por ahí, porqué me parece uno de los puntos culminantes de toda la película. Quizá porque la búsqueda del propio director es la misma que la de la protagonista. De hecho el acto de creación debe asumir lo que voy a señalar a continuación.
Para entender esto de una manera sencilla recomiendo un libro: Una defensa del masoquismo de Anita Phillips. Una mujer, y esto es importante, busca en la sumisión, el sentido de la vida frente a la muerte.
Sólo un apunte del libro: El hallazgo del masoquista es el intento de captar -con la imaginación-, de sufrir pasivamente -con el cuerpo y la voluntad- la transición entre la vida y la muerte.
No hay duda que el acto mismo de la flagelación está lleno de complejos contenidos, en ocasiones contradictorios, y que en ellos cabe el erotismo. Otro libro para completar la lectura del hecho: Nuestro lado oscuro, de Élisabeth Roudinesco. En la página 32 hay un extenso razonamiento sobre la flagelación y su relación con el erotismo. También Anita Phillips dedica largas reflexiones sobre esta cuestión en su ensayo.
Me voy a permitir unas digresiones, citar un film anterior de Catherine Breillat, otra mujer, Romance X, en el que la protagonista recorre un camino similar al de Joe: una sesión de sadomasoquismo, le hace descubrir el sentido que está buscando, que no ha encontrado en la sexualidad, digamos ortodoxa; y aún más, las magníficas fotografías de Francesca Woodman... y podríamos seguir sin entrar en la literatura canónica sobre el tema, en muchas ocasiones también escrita por mujeres.
Lars von Trier ofrece una visión de la cuestión casi clínica, el lugar de las sesiones parece una anodina oficina, huyendo de la iconografía habitual, y aún matizaría: la consulta de un médico, en cuya antesala aguardan otras pacientes. Puede que ello tenga que ver con el concepto de curación.
Por otra parte el film está lleno de referencias cinematográficas, por ejemplo, el uso del Waltz de Shostakovich, para ilustrar el turbador episodio de las niñas en el cuarto de baño, o la sucesión de primeros planos de penes... ¿un guiño al Kubrick de Eyes Wide Shut?
Pero, siempre hay un pero, Nymphomaniac me parece irregular, imperfecta como la oreja de L, el personaje femenino que tiene que sustituir a Joe en su desagradable trabajo. Por ejemplo, el final lo encuentro innecesario, creo que hubiese sido mejor cortar cuando Joe dice "tengo ganas de dormir", puede que la imperfección sea algo querido por el director, de ahí el énfasis en el defecto de la oreja.
Hay tantas cosas en la película que me he detenido en unos pocos aspectos, cortas pinceladas que procuraré continuar. Al fin mi modo de pintar también es éste, insistir en las pinceladas breves...
Anita Phillips. Una defensa del masoquismo. Alba Editorial. Barcelona, 1998
Élisabeth Roudinesco. Nuestro lado oscuro. Anagrama. Barcelona, 2009
Francesca Woodman. Actes Sud. París, 1998
Pues a mi gusto, el final es perfecto. Un ejemplo más de que todo se corrompe o se libera. Incluso diría que el final significa su liberación, el encuentro de esa parte que nunca había sentido y por la cual se veía inevitablemente forzada a usar el sexo como herramienta mediante la cual sentirse viva.
ResponderEliminarBuen artículo.
L
El final es un deus ex machina de libro que se descuelga con el único propósito de provocar. Es imposible deducirlo de lo que sabemos del personaje masculino hasta ese momento. En algún momento admite que se aproximaría al sexo por curiosidad, pero no movido por la lujuria. Nada en el libro permite inferir que miente. Si en ultima instancia le mueve la curiosidad, ¿qué pasa con toda esa empatía que ha ido derrochando a lo largo de la cinta? En mi opinión, destroza una cinta por todo lo demás sobresaliente.
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